Acabamos el primer ciclo de El Lado Humano donde hemos hablado de artistas con los que hemos trabajado y nos ha gustado su manera de ser fuera del escenario. Con Nach hemos trabajado varias veces, y la verdad es una persona muy cercana, a la que le gusta hacer grupo y darse a conocer. Da igual si eres el agente de zona, el que monta el equipo de sonido o el portero, a todos habla con el mismo respeto y curiosidad por saber más sobre sus trabajos o vidas.
Otra de las cosas que llaman la atención de Ignacio Fornés (su verdadero nombre) es su buen humor, tampoco pasa desapercibido cuando le gusta estar solo y aislado, en silencio, caminando como si estuviese hablando consigo mismo sin mover los labios y repasando las letras mentalmente a la velocidad del rayo.
Nach es uno de esos artistas con los que se puede hablar de distintos temas, le encanta leer, ver pelis, aprender de cosas de las que no sabe mucho o ha escuchado hablar un poco, no le importa mostrar que es ignorante en un tema y pregunta con verdadera curiosidad e interés. Esto tiene doble valor en un tipo culto y con gran conocimiento de muchas áreas como es él. Apunta en las notas de su móvil títulos de películas o libros que le parecen interesante.
Es asombroso y de agradecer la manera que tiene de entregarse al público, tanto encima del escenario como cuando se baja. Ese detalle que le he visto repetir tantas veces tras acabar el concierto de irse a la zona de merchandising y firmar todos los productos que se han vendido, le engrandecen y muestra la humildad que muchos ídolos musicales pierden cuando alcanzan cierta cuota de éxito.
Tratar con Nach y su manager Fran Cañas, siempre se convierte en un enorme placer, el equipo que les rodea es una familia. La furgoneta es su hogar móvil, un sitio donde entras y se respira que todos van a una, donde cada uno sabe su función y la cumple con profesionalidad. Nach sabe que el equipo que le acompaña en cada concierto es un verso con rima perfecta.