Hablar de Camarón es hacerlo de innovación y atrevimiento. Nació en 1950 en San Fernando (Cádiz) en el seno de una familia muy humilde, fue séptimo de ocho hermanos y desde muy pequeño demostró su amor por la música. Cuentan que hacía pequeñas actuaciones en autobuses y trenes que desplazaban a la gente desde su pueblo natal a otras localidades de la provincia.
Sus dotes eran tan asombrosas y llamaban tanto la atención que tan solo con doce años ganó su primer Festival Flamenco y abandonó su infancia para dedicarse plenamente a la música. Su ascenso fue meteórico y grandes como Manolo Caracol o Antonio Mairena fueron testigos directos de aquel portento que ni siquiera había pasado la adolescencia.
Con 18 años grabó su primer disco, comenzaba a ser admirado y querido por el público del cante hondo y el flamenco, pero Camarón de la Isla como era conocido en sus inicios tenía dentro algo más, aunque triunfaba y disfrutaba con el arte que amaba, sabía que podía evolucionar y llegar al gran público. Pero tradiciones de tanto tiempo, y en entornos tan puristas era complicado dar ese salto.
Compartió sus primeras grabaciones con Paco de Lucía. Curiosamente la primera que realizó sin el reconocido algecireño a su lado, fue en 1979 junto a su amigo Tomatito publicando «La leyenda del tiempo». Curiosamente fue este disco el que le hizo dar un salto al reconocimiento de todos los sectores musicales, a su vez logró que muchos de los amantes de ese arte, le denigrasen y le tachasen de traidor a una tradición y estilo musical.
Él cada vez que hablaba de este asunto era claro y directo. No entendía el arte sin un toque personal, creía firmemente que la fusión con otros estilos o la incorporación de nuevos instrumentos podían no solo acercar el flamenco al gran público, sino hacerlo evolucionar y dar un aliciente a muchos jóvenes que perdían el interés por el flamenco por considerarlo algo antiguo o aburrido.
A partir de aquí, Camarón pasó a crear sin saberlo una imagen mitológica de si mismo, su reconocimiento ya no era solo nacional, sino también mundial. Su vida personal se vio enturbiada por sus contactos con las drogas y un accidente que le trajo una condena, como mucho de los grandes artistas, su vida fuera de los escenarios era menos exitosa que sobre ellos.
Y como otros grandes mitos de la música, falleció joven, solo tenía cuarenta y dos años cuando un cáncer de pulmón posiblemente debido a su excesivo consumo de tabaco
hizo bajar el telón en su vida. Su música sigue viva.
